IGLESIA     

                             
                              

 

                             cristianos siglo veintiuno
ÍndicePágina Principal

 

 

 

 

La cúpula vaticana

 

 

Entre los diversos envíos que regularmente llegan a mi correo, están los PPS de la liturgia dominical que me hace una amiga religiosa, los cuales suelen ser bellas muestras de sensibilidad espiritual y de talento catequético a un tiempo; inspiradas mezclas de imágenes, música, frases de gran contenido humano con fragmentos de evangelios y epístolas mediante las cuales consigue efectos muy emotivos y fuertemente motivadores.

 

Admiro el talento de mi amiga de modo que, aun no compartiendo a veces la totalidad de cuanto en ellos expone, suelo dedicarles unos minutos de atención. De modo que en cuanto tuve un rato de asueto abrí el de esta semana con ánimo de  recrearme en él. Estaba dedicado a la celebración de la festividad de los santos Pedro y Pablo. Parecía bonito e interesante, con bella música y fotos de las ruinas de Cesarea de Filipo, donde parece ser que Mateo sitúa la acción que narra.

 

Todo fue bien hasta llegar a la diapositiva 14, en la cual leo: «Y ahora, también te digo que tú eres Pedro. Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Reino de la Muerte no podrán resistírsele».

 

En la 15, sobre una bella foto de la cúpula de la vaticana basílica de San Pedro leo: «sobre la FE, YO edificaré mi Iglesia».

 

Y en la 16: «Te daré las llaves del Reino del cielo; todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo».

 

Y para acabarlo de redondear, en la 17 veo una multitud de jóvenes, de pie, mirando en una misma dirección, portando en el pecho unos carteles no legibles, algunas religiosas entre ellos, y una bandera blanca al fondo; y arriba y debajo de esa imagen, dos inscripciones: «Allí donde seáis comunidad, allí estoy YO, atando lo que atéis», «¿Sabéis que sois cuerpo de Cristo?».

 

Tengo que confesar que quedé perplejo tras ver y leer lo que acabo de referir. ¿Será verdad que la fe mueve montañas? Porque mayor proeza que mover una montaña le parece a mi mente blasfema sustentar la magnificencia de la cúpula vaticana sobre la idea que los evangelios dan del humilde Jesús de Nazaret.

 

Debe de ser muy grande y poderosa la fe. Tanto, que con ella se consigue que infinidad de personas inteligentes y honestas den por bueno lo que sin ella tiene tan claras trazas de patraña.

 

No me cabe duda de que lo mío es falta de fe. Me lo han dicho ya, en diversas ocasiones, personas fielmente católicas. Pero falta de fe en esa macro organización denominada Iglesia Católica Romana, que no en un cristianismo nacido de la bondad del corazón, no sé si ortodoxo pero sí capaz de superar la prueba de «por sus hechos los conoceréis».

 

Una falta de fe que me lleva a mí y a miles y tal vez millones de personas educadas cristianamente a recelar de todos los discursos religiosos. De todos, incluso de los que parecen más inocentes y fiables, vengan de donde vengan. Porque a la vista está, para quienes no miran con ojos cegados por la fe, lo que se ha llegado a construir a partir de ellos.

 

 

Pepcastelló

 

 

http://lahoradelgrillo.blogspot.com